Ella se despertó en el sueño y vio que seguía dormida. Salió de la cama despacio y apagó la luz. Los ronquidos eran tan desagradables que agradeció no tener testigos de su actuación tan poco femenina.

Nunca seré la heroína de mi novela, pensó, y cerró la puerta con suavidad para no despertarse.

¿A dónde voy?, se preguntó en su paso vacilante al salir del pasillo. Si no fuera porque aún escuchaba su respiración gruñendo como demonio hubiese jurado que estaba muerta. Por lo menos así sucedía en los libros y en alguna que otra película: te morías, te salías del cuerpo y empezaba el melodrama. Pero no. Estaba viva y en comunicación directa con la realidad. Salvo por el detalle de que era un sueño, claro.

Llegó a la cocina, prendió un cigarrillo y puso a calentar la pava para tomarse unos mates. Era obvio que hasta en sueños tenía la misma rutina de siempre. ¡Qué vida más aburrida!, pensó, y tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para no volver al dormitorio y meterse dentro de su cuerpo a seguir roncando como si nada.

La culpa la tiene mi editora, se dijo mientras comía los restos de la torta de chocolate que se endurecía relegada sobre la mesada.

Diana, había estado toda la semana tratando de empezar a escribir y el papel estaba tan en blanco como la pantalla del monitor.

Tengo que abandonar —escribía en letras invisibles por todos los rincones de su mente— y dejar de fumar, limpiar un poco más la casa, comer comida caliente, comprarme una cabeza nueva, tirar la vieja, en fin, otra vida, eso quiero. Mejor apago todo y trato de meterme otra vez en mi cuerpo. Soy una pesadilla demasiado real y estoy empezando a dudar de mi cordura.

Caminó hasta la habitación rogando no despertarse y se quedó parada frente a su cama mirándose dormir. Rodeó el cuerpo sonoro y con sumo cuidado se colocó sobre él y se hundió hasta desaparecer.

Tres horas después sonó el despertador que la sacó de un sueño profundo. Se levantó sin prisa y fue a la cocina como cada mañana, prendió un cigarrillo y puso a calentar la pava para tomarse unos mates.

Al rato, siguiendo su rutina, prendió la computadora y escribió:

Ella se despertó en el sueño y vio que seguía dormida.

Salió de la cama despacio y apagó la luz...



Azul Pacheco
Agosto de 2015


★ Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) ★ Ilustración LEER ©Sofía Escamilla Sevilla

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